Ilustración: Hernán Marín
“Se me vienen las palabras de la barriga, sin permiso de la cabeza”
Se refiere este dicho a las expresiones naturales y fáciles del pensamiento, a las que se producen sin cuidados. Son palabras que, aunque salen de manera espontánea, encierran un profundo sentimiento o una posición frente a algún hecho concreto. Quien las dice se atreve a correr el riesgo de que sean mal interpretadas o que puedan ser juzgadas tan a priori como se dijeron. Son opiniones tiradas a un viento que las arrastra con sus ondas hasta hacerlas estrellar contra los tímpanos, que siempre están listos para contarle al cerebro de estos atrevimientos.
Literalmente, son palabras que salen de la barriga: de las vísceras, de los pulmones, de la profundidad del aparato fonador, haciendo un sesgo en su paso por la tráquea y la laringe para no permitirle al pensamiento que intervenga. Por eso es que, también literalmente, no le piden permiso a la cabeza: ni a la propia ni a la ajena. Se adelantan a lo que algún otro pueda pensar, respecto al asunto que tratan, sin temor a equivocaciones porque el error es fuente de aprendizaje. Por tanto, si es necesario corregir se corrige y se sigue adelante.
Dicen algunos que es buen proceder, que es de personas inteligentes, pensar para luego hablar; para no tener que arrepentirse de lo dicho. Pero hay quienes mantienen “pegada de la lengua” una respuesta, una opinión, una pregunta sobre cualquier circunstancia de las que está hecha la vida y la dejan caer, al punto que aquella se presente, en el momento y lugar precisos.
Literalmente, son palabras que salen de la barriga: de las vísceras, de los pulmones, de la profundidad del aparato fonador, haciendo un sesgo en su paso por la tráquea y la laringe para no permitirle al pensamiento que intervenga. Por eso es que, también literalmente, no le piden permiso a la cabeza: ni a la propia ni a la ajena. Se adelantan a lo que algún otro pueda pensar, respecto al asunto que tratan, sin temor a equivocaciones porque el error es fuente de aprendizaje. Por tanto, si es necesario corregir se corrige y se sigue adelante.
Dicen algunos que es buen proceder, que es de personas inteligentes, pensar para luego hablar; para no tener que arrepentirse de lo dicho. Pero hay quienes mantienen “pegada de la lengua” una respuesta, una opinión, una pregunta sobre cualquier circunstancia de las que está hecha la vida y la dejan caer, al punto que aquella se presente, en el momento y lugar precisos.