Mario H. Valencia Alzate


Reseña autobiográfica


Cuentos
Capablancas
Como David, el ungido
Regalo de cumpleaños
El pantaloncito de paño
Terremoto
Encuentro de dos mundos
Florentina Quintero
Solidaridad indígena
Huellas de guerra


Novelas
Procede como dios, que nunca llora

Notas preliminares
  1. Pensamientos de un preso
  2. Rabiosamente fiel
  3. Un premio a la fidelidad
  4. Una disputa entre dioses
  5. Escupitajos malditos
  6. Ya se me fueron los miedos
  7. Primeros acercamientos
  8. El plan
  9. Sensación ambivalente
  10. Suicidios inquietantes
  11. El triunfo de los cuerpos
  12. Un ángel llega a la cárcel
  13. El túnel
  14. Sueños de libertad
  15. La fuga


Ensayos
Disertaciones de un aprendiz, acerca de la novela

Notas preliminares
  1. Sobre la técnica
  2. El inicio
  3. La diferencia: ¿novela o cuento?
  4. La estructura
  5. El personaje
  6. El pensamiento
  7. El tiempo
  8. El espacio
  9. La analogía
  10. El entramado
  11. La verdad y la mentira
  12. El escritor: agente de transmisión
  13. El lector: el que cierra el ciclo
  14. El título
Referencias


Poesías

1.  Versos prisioneros
2.  Prosas poéticas
3.  Versos libres


Memorias
Acercándome a las letras
Cuando salí de Bello
Mi mamá y yo


Opiniones
Acerca de la competencia
De gustos y disgustos literarios


Crónicas
Ausencias y silencios obligados

Notas preliminares
  1. El principio
  2. De pueblo en pueblo
  3. La entrada al infierno
  4. Huir para seguir viviendo
  5. Después, llegué yo
  6. Mi tío y su mundo
  7. Cuando yo conocí ese monte
  8. El final de lo vivido


Dichos
Prólogo
Epílogo
El libro


Escritos de ocasión

1.  Ejercicios

2.  Divagaciones
3.  Paliques

4.  Semblanzas 


Contacto ︎




Memorias de una aventura
Sin detenerse a considerarlo mucho, se desnudó
y sumergió su cuerpo en la fresca corriente.
Antón Chejov en Historia de un contrabajo.


Fue el segundo en hacerlo porque la decisión primera fue de ella quien, sintiéndose atraída por la transparencia y frescura del agua, se había desnudado, cuando estuvo sola, entretenido él con la visión de aquel lugar, y se echó a nadar rompiendo la transparente quietud del embalse.  Cuando él la vio, quiso también imitarla.  Entonces ella salió del agua y corrió a buscar sus ropas, esforzándose por cubrir su cuerpo y desatendiendo la invitación de él para ir juntos a nadar.  Sin embargo, el embrujo de aquel lugar era como una fuerza que lo empujaba a deshacerse de ropas y fue por eso que él también lo hizo.  Nunca había sentido la desnudez tan hondamente. El agua fría le acariciaba todo el cuerpo, a la vez que sentía que ella también lo acariciaba con la mirada, mientras permanecía sentada en una piedra, al lado del pequeño embalse natural. Fue hasta la cascada y se metió debajo de los muchos hilos formados por infinitas gotas que caían perpendiculares a la superficie. Entonces empezaron a rebotar en su piel, juguetones, aquellos delgados hilos, para deshacerse en goticas tantas que se esparcían y pegaban contra la roca que servía de fondo al paisaje. Luego, se zambulló nuevamente y salió. No fue mucho el tiempo que estuvo dentro del agua, como tampoco lo había estado ella, pero sí suficiente para que aquella aventura quedara impresa por siempre en su memoria.