Ilustración: Miguel Torres
El entramado
Capítulo 10
Capítulo 10
Sigo con mi novela de Santa María la Antigua del Darién. Para desentrañar muchas cosas ignoradas que nunca se podrían verificar, parto de los efectos, buscando las causas. No es un asunto enrevesado: causas y efectos están ligados irredimiblemente. Son una sola cosa. No es concebible una parte sin la otra. Meditando en esa lógica sé que las cosas tuvieron que ocurrir como yo las narro. (Escobar Velásquez, 2001: 296).
Habiendo hablado ya de la planeación del personaje, de sus acciones, de su pensamiento, del tiempo y del espacio, creo oportuno hablar del entramado: la trama es aquel conjunto de situaciones que va desarrollándose, a la vez que se enlaza y enreda, para ir dando forma a la novela. Es un tejido, un entrecruce de personajes, de situaciones, de intrigas, de enredos que se desarrollan en la novela, lo cual es, como ya se ha dicho, una de las características más importantes que la diferencian del cuento.
También podría decirse que la trama es la disposición de todas aquellas acciones que giran en torno al personaje principal; todo lo que afecta al personaje, es decir, la vida que, entre otras cosas, al decir de Alaín Calvo en Un hombre llamado Todero: “La vida trama mejor que cualquier novelista” (p. 89). Aquí es bueno tener en cuenta que el personaje principal, no necesariamente es una sola persona, sino que puede ser una pareja o, incluso, más de dos personas. Hay en el personaje un aspecto fundamental sobre el que ha de construirse la trama. Ya sea su pensamiento, su personalidad o comportamiento, la trama tiene que desarrollarse a partir de la decisión tomada con respecto a cuál de éstas será la parte principal.
Para Tomasevskij (1996), personaje y trama están íntimamente relacionados. La una irá desarrollándose paralelamente con el otro. Así, cada puntada que se va dando en el tejido de la trama afectará a esta parte del personaje. Estas puntadas que se dan al tejido son pequeñas construcciones literarias llamadas a veces “motivos”, porque son precisamente eso: aquello que ocasiona el advenimiento de acciones que afectan al personaje. Un claro ejemplo de estos “motivos” puede tomarse de uno de los capítulos de la novela Canto rodado: a raíz del conocimiento que tuvo una indígena en relación con Alaín, éste “pensó que nadie como su madre para eso de conocerlo” (p. 26). Este pensamiento fue una construcción literaria del escritor, utilizado como excusa o motivo para ir a su infancia campesina cuando, una noche, mientras traía la vaca y el ternero —otro motivo introducido por el autor— alcanzó a ver una enorme estrella cuyo tamaño y destellos lo tuvo tan lelo que, después de mucho rato de estar viéndola, “oyó los gritos de la madre que clamaban estentóreos: ¡Alaín…, Alaín…!” (p. 30). Después de comer tan rápido como pudo, Alaín salió de nuevo y vio que la estrella todavía estaba a la vista, pero, ahora, empezaba con un movimiento que pasó de lento a fugaz. Más adelante, al explicarle a su padre la razón de su tardanza, éste lo consideró un niño mentiroso, motivo por el cual lo zurró y lo mandó a dormir al cuarto de los aperos porque, al decir de su padre, “Los trúhanes empiezan así, mentirosos y fantasiosos” (p. 36). Este fue un nuevo motivo que Alaín sumó al concepto de padre cruel que siempre tuvo de su progenitor, sumatoria ésta que motivó en él la decisión, siendo ya joven, de irse de la casa.
Estos motivos que afectan al personaje pueden ser “ligados” (llamados también amarrados) o “libres”. Los primeros son los que establecen una cohesión al relato. Unen acciones que, muchas veces, están bastante distanciadas unas de otras. Los motivos “libres”, en cambio, se podrían omitir sin afectar la integridad de la obra. Son aparentes rupturas con la ilación de la novela, de las que echa mano a su arbitrio el escritor para mantener la atención del lector, a la vez que se avanza en el desarrollo de la trama para luego ir amarrando lo que había dejado suelto. En síntesis, tramar es organizar los episodios, entrelazarlos, establecer relaciones de unos con otros haciendo uso de amarres que los sujeten para formar un sostén para la novela.
Es fundamental hacer uso de estos amarres cuando la acción relatada, aunque en apariencia inconexa, tendrá conexión más adelante, incluso en otro capítulo. Un ejemplo de la utilidad de este artificio puede verse en la novela Cucarachita Nadie, para nombrar apenas uno de los amarrares construidos por este autor: habiendo avanzado el relato sobre las andanzas de Gilda, el personaje principal de la novela, por más de ochenta páginas, sucede que, de súbito y durante todo un capítulo, empieza la narración de una serie de historias ocurridas a un taxista, a quien le gustaba escribir. Para mí, hay en este capítulo una clara intención de Escobar Velásquez de decir cómo se hace un escritor. De mostrar la importancia que tiene escribir todo aquello que le llame a uno la atención. De anotar hasta las aparentes nimiedades. Entonces creó a Miguel, un personaje taxista, para que se encargara de anotar todo lo que le ocurriera en el día, con base en la cotidianidad de su trabajo como conductor de taxi. Pero, para que su nueva historia no quedara suelta, era necesario establecer un amarre entre lo que él venía narrando de Gilda y las historias que iría a narrar el taxista. Entonces hizo que uno de los clientes de Gilda la invitara a tomar un taxi y, luego de dejarlos en el lugar en donde pasarían la noche, se quedan ellos en lo suyo y el escritor se queda con el taxista durante un capítulo. No más: fue un personaje que nació en la novela al comienzo de ese capítulo y murió al final del mismo, luego de cumplir con su cometido.
Luego, el escritor vuelve por Gilda y empieza otro capítulo que le da continuidad a este personaje y a sus penurias. Para un lector desprevenido, este cambio podría no significarle mucho, de manera que mantiene la atención durante este capítulo y luego hace el cambio, conforme cambia el relato. Pero un lector acucioso no puede dejar de preguntarse por la razón de ser esto, e inicia la búsqueda de la otra punta que, indefectiblemente, se unirá a la que quedó suelta, lo cual sucede, en este caso, al iniciar el siguiente capítulo.
Así es como, en el desarrollo del entramado, el paso de una situación a otra puede producirse por la aparición de nuevos personajes, que llegan a darle dinamismo a la obra, y la desaparición de otros, que ya han cumplido su ciclo. Este cambio de relaciones trae consigo algunos conflictos que mantienen la atención y evitan la monotonía. A esos conflictos se les llama intrigas. La manera como se distribuyen y estructuran las intrigas y demás situaciones de la novela, es la trama. Es decir, la intriga y la trama se complementan para ir dando forma a la novela. Son aspectos interdependientes. La trama es entonces “la disposición de la intriga en un orden tendente a conseguir un universo equilibrado, significativo, coherente. La novela es el resultado de esta disposición” (Kohan, 1998: 60).
Ahora bien, para que la trama pueda desarrollarse, es preciso que se rompa el equilibrio que normalmente se presenta al comienzo de la novela. Roto el equilibrio, aparecen los contrastes que dan continuidad a la trama y mantienen la tensión que, hacia el final de la novela, va llegando a su punto culminante.
Cuando las situaciones que se presentan en cada uno de los capítulos de una novela afectan de alguna manera el carácter y el pensamiento de dos personajes, podría decirse que se trata de una trama compuesta de personaje (entendido por la pareja afectada) y de pensamiento. De personaje, por los cambios en el carácter; de pensamiento, por la manera como éste va evolucionando.
Según lo expone Norman Friedman (1996), una de las situaciones más comunes en la trama de personaje sucede cuando hay alguno con ambiciones ambivalentes, “cuya voluntad resulta, en consecuencia, mal dirigida y vacilante (p. 74). Y afirma luego el mismo Friedman lo que habrá de hacer el novelista para orientar el carácter de este personaje: “en cualquier caso, su carácter necesita fuerza y orientación, y esto puede conseguirse gracias a alguna desgracia drástica, o incluso fatal” (p. 74).
La de pensamiento es una trama en la que se presentan ciertos cambios en la mentalidad del personaje con respecto a sus concepciones, creencias y actitudes. A pesar de que los ideales de este personaje son férreos, “después de haber sido sometido a algún tipo de pérdida, amenaza o desgracia, pierde su fe enteramente” (Friedman, 1996: 78).
En la novela Cuando pase el ánima sola, puede verse cómo el autor aplica la trama de pensamiento: el carácter calmado, sumiso, pasivo de Tereso, y sus precarias ambiciones con respecto a las mujeres, tal vez originadas en su falta física, así como su escasa capacidad corporal para enfrentarse a otro hombre, se endurecieron cuando Mi Negro lo apodó “Tereso Pata y Media”. A partir de ese momento se olvidó de que Mi Negro era el hombre más temible en el pueblo, y fue a buscarlo para apagar de un machetazo la voz que le alargó el nombre.
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Habiendo hablado ya de la planeación del personaje, de sus acciones, de su pensamiento, del tiempo y del espacio, creo oportuno hablar del entramado: la trama es aquel conjunto de situaciones que va desarrollándose, a la vez que se enlaza y enreda, para ir dando forma a la novela. Es un tejido, un entrecruce de personajes, de situaciones, de intrigas, de enredos que se desarrollan en la novela, lo cual es, como ya se ha dicho, una de las características más importantes que la diferencian del cuento.
También podría decirse que la trama es la disposición de todas aquellas acciones que giran en torno al personaje principal; todo lo que afecta al personaje, es decir, la vida que, entre otras cosas, al decir de Alaín Calvo en Un hombre llamado Todero: “La vida trama mejor que cualquier novelista” (p. 89). Aquí es bueno tener en cuenta que el personaje principal, no necesariamente es una sola persona, sino que puede ser una pareja o, incluso, más de dos personas. Hay en el personaje un aspecto fundamental sobre el que ha de construirse la trama. Ya sea su pensamiento, su personalidad o comportamiento, la trama tiene que desarrollarse a partir de la decisión tomada con respecto a cuál de éstas será la parte principal.
Para Tomasevskij (1996), personaje y trama están íntimamente relacionados. La una irá desarrollándose paralelamente con el otro. Así, cada puntada que se va dando en el tejido de la trama afectará a esta parte del personaje. Estas puntadas que se dan al tejido son pequeñas construcciones literarias llamadas a veces “motivos”, porque son precisamente eso: aquello que ocasiona el advenimiento de acciones que afectan al personaje. Un claro ejemplo de estos “motivos” puede tomarse de uno de los capítulos de la novela Canto rodado: a raíz del conocimiento que tuvo una indígena en relación con Alaín, éste “pensó que nadie como su madre para eso de conocerlo” (p. 26). Este pensamiento fue una construcción literaria del escritor, utilizado como excusa o motivo para ir a su infancia campesina cuando, una noche, mientras traía la vaca y el ternero —otro motivo introducido por el autor— alcanzó a ver una enorme estrella cuyo tamaño y destellos lo tuvo tan lelo que, después de mucho rato de estar viéndola, “oyó los gritos de la madre que clamaban estentóreos: ¡Alaín…, Alaín…!” (p. 30). Después de comer tan rápido como pudo, Alaín salió de nuevo y vio que la estrella todavía estaba a la vista, pero, ahora, empezaba con un movimiento que pasó de lento a fugaz. Más adelante, al explicarle a su padre la razón de su tardanza, éste lo consideró un niño mentiroso, motivo por el cual lo zurró y lo mandó a dormir al cuarto de los aperos porque, al decir de su padre, “Los trúhanes empiezan así, mentirosos y fantasiosos” (p. 36). Este fue un nuevo motivo que Alaín sumó al concepto de padre cruel que siempre tuvo de su progenitor, sumatoria ésta que motivó en él la decisión, siendo ya joven, de irse de la casa.
Estos motivos que afectan al personaje pueden ser “ligados” (llamados también amarrados) o “libres”. Los primeros son los que establecen una cohesión al relato. Unen acciones que, muchas veces, están bastante distanciadas unas de otras. Los motivos “libres”, en cambio, se podrían omitir sin afectar la integridad de la obra. Son aparentes rupturas con la ilación de la novela, de las que echa mano a su arbitrio el escritor para mantener la atención del lector, a la vez que se avanza en el desarrollo de la trama para luego ir amarrando lo que había dejado suelto. En síntesis, tramar es organizar los episodios, entrelazarlos, establecer relaciones de unos con otros haciendo uso de amarres que los sujeten para formar un sostén para la novela.
Es fundamental hacer uso de estos amarres cuando la acción relatada, aunque en apariencia inconexa, tendrá conexión más adelante, incluso en otro capítulo. Un ejemplo de la utilidad de este artificio puede verse en la novela Cucarachita Nadie, para nombrar apenas uno de los amarrares construidos por este autor: habiendo avanzado el relato sobre las andanzas de Gilda, el personaje principal de la novela, por más de ochenta páginas, sucede que, de súbito y durante todo un capítulo, empieza la narración de una serie de historias ocurridas a un taxista, a quien le gustaba escribir. Para mí, hay en este capítulo una clara intención de Escobar Velásquez de decir cómo se hace un escritor. De mostrar la importancia que tiene escribir todo aquello que le llame a uno la atención. De anotar hasta las aparentes nimiedades. Entonces creó a Miguel, un personaje taxista, para que se encargara de anotar todo lo que le ocurriera en el día, con base en la cotidianidad de su trabajo como conductor de taxi. Pero, para que su nueva historia no quedara suelta, era necesario establecer un amarre entre lo que él venía narrando de Gilda y las historias que iría a narrar el taxista. Entonces hizo que uno de los clientes de Gilda la invitara a tomar un taxi y, luego de dejarlos en el lugar en donde pasarían la noche, se quedan ellos en lo suyo y el escritor se queda con el taxista durante un capítulo. No más: fue un personaje que nació en la novela al comienzo de ese capítulo y murió al final del mismo, luego de cumplir con su cometido.
Luego, el escritor vuelve por Gilda y empieza otro capítulo que le da continuidad a este personaje y a sus penurias. Para un lector desprevenido, este cambio podría no significarle mucho, de manera que mantiene la atención durante este capítulo y luego hace el cambio, conforme cambia el relato. Pero un lector acucioso no puede dejar de preguntarse por la razón de ser esto, e inicia la búsqueda de la otra punta que, indefectiblemente, se unirá a la que quedó suelta, lo cual sucede, en este caso, al iniciar el siguiente capítulo.
Así es como, en el desarrollo del entramado, el paso de una situación a otra puede producirse por la aparición de nuevos personajes, que llegan a darle dinamismo a la obra, y la desaparición de otros, que ya han cumplido su ciclo. Este cambio de relaciones trae consigo algunos conflictos que mantienen la atención y evitan la monotonía. A esos conflictos se les llama intrigas. La manera como se distribuyen y estructuran las intrigas y demás situaciones de la novela, es la trama. Es decir, la intriga y la trama se complementan para ir dando forma a la novela. Son aspectos interdependientes. La trama es entonces “la disposición de la intriga en un orden tendente a conseguir un universo equilibrado, significativo, coherente. La novela es el resultado de esta disposición” (Kohan, 1998: 60).
Ahora bien, para que la trama pueda desarrollarse, es preciso que se rompa el equilibrio que normalmente se presenta al comienzo de la novela. Roto el equilibrio, aparecen los contrastes que dan continuidad a la trama y mantienen la tensión que, hacia el final de la novela, va llegando a su punto culminante.
Cuando las situaciones que se presentan en cada uno de los capítulos de una novela afectan de alguna manera el carácter y el pensamiento de dos personajes, podría decirse que se trata de una trama compuesta de personaje (entendido por la pareja afectada) y de pensamiento. De personaje, por los cambios en el carácter; de pensamiento, por la manera como éste va evolucionando.
Según lo expone Norman Friedman (1996), una de las situaciones más comunes en la trama de personaje sucede cuando hay alguno con ambiciones ambivalentes, “cuya voluntad resulta, en consecuencia, mal dirigida y vacilante (p. 74). Y afirma luego el mismo Friedman lo que habrá de hacer el novelista para orientar el carácter de este personaje: “en cualquier caso, su carácter necesita fuerza y orientación, y esto puede conseguirse gracias a alguna desgracia drástica, o incluso fatal” (p. 74).
La de pensamiento es una trama en la que se presentan ciertos cambios en la mentalidad del personaje con respecto a sus concepciones, creencias y actitudes. A pesar de que los ideales de este personaje son férreos, “después de haber sido sometido a algún tipo de pérdida, amenaza o desgracia, pierde su fe enteramente” (Friedman, 1996: 78).
En la novela Cuando pase el ánima sola, puede verse cómo el autor aplica la trama de pensamiento: el carácter calmado, sumiso, pasivo de Tereso, y sus precarias ambiciones con respecto a las mujeres, tal vez originadas en su falta física, así como su escasa capacidad corporal para enfrentarse a otro hombre, se endurecieron cuando Mi Negro lo apodó “Tereso Pata y Media”. A partir de ese momento se olvidó de que Mi Negro era el hombre más temible en el pueblo, y fue a buscarlo para apagar de un machetazo la voz que le alargó el nombre.